El valor del lenguaje para una vida buena

Es importante destacar que en esta etapa de la vida uno necesita tener más claridad en lo que desea y en el cómo desea vivir. La palabra bienestar o estar bien debe ser resignificada. Esta es una nueva fase y como tal, tengo que obligarme muchas veces a encontrarle un sentido más lindo por toda la experiencia que tengo.
Si soy consciente de que, independiente de si he trabajado, si he estudiado mucho, si he sido dueña de casa, si soy hombre o mujer, si decidí no casarme y vivo solo o sola, y ahora me encuentro con que ya tengo más edad, lo importante es reformular el enfoque de mi vida: ahora debe estar más dedicada al placer y al disfrute.
“Según la Programación Neurolingüística (PNL), la responsabilidad del “bien estar” está en cada uno. Por lo tanto, ni la edad biológica ni cualquier otra condición es impedimento para decidir vivir de esa manera”.
El concepto de bienestar es muy distinto en cada cabeza, por lo que el sentido común sería estar sano físicamente; o quizás, darme cuenta de que tengo que sanar todas mis heridas emocionales del pasado y presente para poder tener una mejor gestión de mi dinero y mis finanzas; o quizás, administrar mis pensamientos nuevos.
Según la Programación Neurolingüística (PNL), la responsabilidad del “bien estar” está en cada uno. Por lo tanto, ni la edad biológica ni cualquier otra condición es impedimento para decidir vivir de esa manera.
Como primer paso, es esencial darle un giro al lenguaje negativo y destructivo que, sin darnos cuenta, en forma inconsciente, verbalizamos para comunicar el futuro. Al repetir algo, al menos de tres a cinco veces, ya lo transformamos en una programación mental, que por consecuencia se activa en la conducta. Así, la invitación es a cambiar el “me cuesta” por “es simple”; “es difícil” por “es fácil”; “me siento solo o sola” por “me siento acompañada o acompañado”; repitiendo este nuevo lenguaje en una condición positiva. Está comprobado que esto se programa si se repite por un mínimo de tres semanas.
La disciplina de la PNL demostró que las diferencias de las personas, más allá de sus historias personales, están solo en cuáles son las “palabras” que usan para hablar de sí mismos. Usted, ¿qué lenguaje ocupa? Descubra su respuesta. Si utiliza palabras negativas, cámbielas por antónimos u otras extremadamente opuestas; si utiliza palabras positivas, agregue grandeza a ese lenguaje.
La neurociencia (el estudio del funcionamiento del cerebro) ha demostrado que las palabras que ocupamos para comunicar lo que deseamos son claves para el bienestar. Como ya se ha dicho, el lenguaje siempre crea realidades.
*Columna publicada en Revista Lujo Mayor.
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